Los tulipanes,
originarios de Turquía, fueron introducidos en los Países Bajos en 1559. En el
Imperio Otomano tenia connotaciones sagradas, y era tal su distinción, que
adornaban los trajes de los sultanes. La palabra tulipán, procede del francés Turban, deformación de tülbent que en turco significa turbante.
En
1593, Carolus Clusius asume como profesor de botánica en Lieden, a donde llevó
una colección de bulbos de tulipanes, que crearon gran interés y entusiasmo en
los Países Bajos, transformándose en pocos años en una verdadera fiebre el
cultivo de tulipanes.
La especulación se inicia
en 1634, cuando inversores holandeses comenzaron a arrebatarse los bulbos de
tulipanes raros y a comercializarlos a precios extravagantes y que alcanzaban
niveles inimaginables. Existen registros de transacciones verdaderamente
irracionales: lujosas mansiones a cambio de un solo bulbo, o flores vendidas a
cambio del salario de quince años de un artesano calificado.
En 1635 se
vendieron 40 bulbos por 100.000 florines. A efecto de comparación, una tonelada
de mantequilla costaba 100 florines, ocho cerdos 240 florines. El record de
venta fue para un bulbo de la variedad exótica Semper Augustus vendido en Haarlem por 6.000 florines.
En 1636 una epidemia de peste bubónica
diezma a la población neerlandesa. La falta de mano de obra provoca un aumento
de precios generando un mercado alcista.
Como consecuencia de la
especulación se creó un mercado de futuro, a
partir de bulbos no recolectados. Este hecho fue conocido como Windhandel (Negocio de Aire). A pesar que un edicto estatal
de 1610 había prohibido el negocio de esta clase entre particulares, se
continuaban realizando y cada vez con más frecuencia, transacciones a futuro en
las tabernas de las ciudades entre los habitantes. Los compradores se
endeudaban hasta el punto de hipotecar sus bienes para adquirir las flores,
llegó un momento en que no se intercambiaban bulbos, sino que se efectuaba una
verdadera especulación financiera mediante notas de créditos. Se imprimieron
costosos catálogos de ventas, y los tulipanes ingresaron a la bolsa de valores.
El fenómeno involucró a todas las clases sociales, desde la alta burguesía
hasta los artesanos. La moda mantuvo en alza la demanda y los precios crecieron
de manera irracional.
Tres años
después de inicio de la especulación los bulbos caen en picada arrastrando al
resto de la economía. El 5 de febrero de 1637, un lote de 99 tulipanes de gran
rareza es vendido a 90.000 florines, siendo la última gran transacción. En ese
momento la burbuja estalló.
Los precios de todos los bienes que
cotizaban en la bolsa se desplomaron y no había manera de recuperar la
inversión, todo el mundo vendía y nadie compraba.
Como sucede en todo mercado especulativo, solo unos pocos salieron beneficiados y el resto, incluido el país, cayeron en una profunda depresión económica. Muchos, por apostar a los tulipanes perdieron sus casas y sus posesiones.
Los tulipanes, originarios de Turquía, fueron introducidos en los Países Bajos en 1559. En el Imperio Otomano tenia connotaciones sagradas, y era tal su distinción, que adornaban los trajes de los sultanes. La palabra tulipán, procede del francés Turban, deformación de tülbent que en turco significa turbante.
Los precios de todos los bienes que
cotizaban en la bolsa se desplomaron y no había manera de recuperar la
inversión, todo el mundo vendía y nadie compraba.
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